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Casa Nacional del Bicentenario

MURAL DE INFANCIAS

En esta pared...

Hay un señor forzudo, pelucas de lana, una chica que sonríe. Un extraterrestre, un ¿insecto?, personajes de ciencia ficción. Alguien escribió “Boca te quiero”. Una estampa en el centro dice “Mamá rock”. En la esquina de un dibujo, chiquito, en lápiz, se lee “Cada niño es único, cada infancia debe ser bella. Proteger su imaginación y su mundo es nuestra prioridad”. 

Hay animales que existen y otros inventados. Estrellas que se cayeron al pasto, nubes, soles, arcoiris, olas, corazones. Hay palabras, nombres de cosas, nombres de personas, letras que forman palabras que todavía no conocemos. Al derecho y al revés. Hay manchones de témpera, de plasticola, rayones de lápices de colores. Amaneceres recortados y pegados, dibujos hechos con los dedos, pinturas que se salen del marco. Hay uno, diez, cien mundos colgados en la pared. 

Durante dos semanas, los, las, les chicxs que pasaron por el Espacio de Infancias crearon la obra más imponente que podíamos imaginar: una obra colectiva y hermosa, en movimiento y en expansión, que fue creciendo día a día con la imaginación y la creatividad de cada unx que pasó y dejó su huella en ese muro. Una obra que está viva y se nutre con cada uno de los aportes que sigue recibiendo, con cada uno de todos esos mundos que habitan y se inventan y se van descubriendo en cada recorrido, en cada visita.